España entera conoce a la volcánica Ylenia Padilla. La que fue la concursante más peleona e inestable del reality de desparrame «Gandía Shore» (del canal MTV) se convirtió por arte de magia en una de las divas de Telecinco por ser la colaboradora más choni jamás vista en la televisión. Fiestera, vulgar, con tinte amarillo de bote y tetas tuneadas a la última moda discotequera, es el ejemplo de chica carnaza de reality. Lo que se dice una reina choni para salir de marcha y emborracharse por la noche de Valencia. Porque esa es otra, la de Benidorm ha sido educada exquisitamente en la tierra de los «nanos» y los «tetes», sacándose una licenciatura en chonismo.
No en vano, Padilla ha sido, y lo sigue siendo, uno de los personajes mediáticos más importantes de la caja tonta. Toda una celebridad en el grupo Mediaset, donde marcó un antes y un después en los cánones de contratación de los castings del dating show «Mujeres y Hombres y Viceversa» (MyHyV). Conocida sobre todo por su carácter fuerte y mala leche, que disparaba la audiencia allá donde era expuesta, que le sirvió para subirse a bordo de la 4º edición de «Gran Hermano VIP».
Después del encierro en la casa de Guadalix, la rubia más polémica de Telecinco aprovechó el dinero ganado, su influencia y la experiencia vivida para perder la vergüenza posando como Dios la trajo al mundo en la portada de la revista erótica Interviu. Un desnudo explícito en el que debutaron sus nuevos pechos operados, con un extra de silicona para curar complejos físicos. A partir de aquí, su paso por la pequeña pantalla y los platós televisivos de prensa rosa le ayudaron a conseguir 846K seguidores en Instagram. Nada mal para una chica que, hasta hace poco, solo había sido la Dulcinea de Labrador: otro guaperas ciclado de la TV que le hace la competencia de Rafa Mora.
Y es que a la tertuliana de Telecinco («Sálvame», «Viva la Vida», «Femylenia»…) le gusta posar sin ropa y en paños menores para revolucionar a sus fans de las redes sociales, su otra fuente de ingresos que le permite tener su particular imagen. Imagen que, por cierto, no se ha visto dañada por sus conocidos problemas con las drogas, ni sus situaciones al límite que hacen estallar cabezas, ni por tener los ovarios muy bien puestos. Razones por las que sus fans y detractores se reparten a partes iguales, amada y odiada por ser un rostro asiduo a la tele de España.
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