No sabemos si los variados nombres artísticos que adoptó la despampanante y virtuosa letona Viola Bailey (Viola Oh, Violetta Banks, Viola Paige…) provocó que el pornógrafo francés Pierre Woodman, incansable descubridor de talentos femeninos en Europa desde 1989, perdiera su estela. Lo que está claro es que no fue hasta 3 años después de su debut pornográfico cuando el conocido peludo actor alopécico —tiene más pelo en la espalda que en la cabeza— pudo follarse, como un conejillo de Duracell, a la starlette de espléndida anatomía. Sea como sea, estamos ante un documento gráfico de incalculable valía si tenemos en cuenta que es el único anal que Viola Bailey grabó en toda su carrera.
Una escena donde su delantera prodigiosa (es una diosa del Este con unas ubres naturales de perfección absoluta) pasa a un segundo plano para ceder protagonismo a su, hasta entonces, cerrado asterisco. Una obra del séptimo arte para adultos en el que, por primera vez en toda su filmografía, no sabemos si nos causa más furor sus irresistibles y mortales curvas o la desvirgación del hueco más codiciado de las mujeres.
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