Existen pornostars mediterráneas como Valentina Nappi que por mucho que pase el tiempo difícilmente pierden la frescura de las primerizas adolescentes. La italiana es una deidad grecolatina que sigue pasando con nota cualquier encuentro sexual a la que es sometida (aunque su físico ya no sea el mismo) e impregna de aroma europeo cualquier estudio donde es requerida. Ni siquiera en la americana Blacked, especialistas en cruces multirraciales, han podido escapar de su poderosa presencia que deja impregnada en cualquier escena que graba. La italiana más celeste del porno europeo e internacional no solo se ha pasado por la piedra a dos sementales afros que nos recuerdan aquel choque que tuvo con Dredd, sino que deja patente que cada vez que folla mejora el producto final.
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