Debe ser que, por genética, las tetas de nuestra madre siempre sabrán mejor que las demás. No se trata de un gusto sexual, sino afectivo, que en algunas personas se trastorna produciendo una relación incesto afectuosa entre madre e hijo. Es el caso de Nina Elle al cocinarle a su hijo unas gustosas galletas al horno que termina por relacionar el placer de la comida con el sexo incestuoso, cual Marcel Proust pervertido. La voluptuosa rubia hace un dispendio de madrastra en Blow Pass que deja por los suelos a cualquier otra escena que haya protagonizado una starlet. ¡Es que realmente te la pone dura!. Lo clava interpretando a una tetona caliente y cariñosa que pone a su hijastro sus grandes tetas en su cara. Que bien se alimenta su niñito para correrse de esa manera.
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