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Sondra Hall: la ninfa olvidada de los 90

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A veces estamos tan absortos con las actrices del porno moderno que nos olvidamos del las estrellas que brillaron con luz propia en la maravillosa época vintage. Tanto que incluso aquellos espectaculares cuerpos naturales han sido sustituidos por engendros quirúrgicos sin alma, repletos de silicona y plástico inherte. Y es que, pese a no querer admitirlo, hemos abandonado el exquisito canon de belleza de antaño con el que deslumbraron preciosidades europeas como Anita Blonde o Erika Bella.

Y no solo estrellas europeas, pues el cine de adultos estadounidense también creó a espectaculares ninfas que no tenían nada que envidiar a las modelos de pasarela. Una de ellas fue Sondra Hall (Florida, 1979), una pseudomodelo erótica que se metió de lleno a la pornografía de los años 90 para apaciguar su gran voracidad sexual. Su fuerte presencia andrógina (un poco machuna para algunos) y físico trabajado duramente en las salas de gimnasio fueron sus señas de identidad, que quedaron inmortalizadas en 80 películas, la mayoría del estudio Jill Kelly Productions, entre el 2002 y el 2007.

Su cuerpo atlético estaba adelantado a su tiempo: alta, estilizada y con unos portes idénticos al de una modelo de Victoria’s Secret que entrenaba para ganar un triatlón. Su cara era un reflejo de la ninfomanía más descarada, una diablesa con esa típica mirada de lascivia incandescente que te transporta a esa época dorada de los años 90/2000 donde se follaba por vicio y no por dinero.

Posiblemente sus mejores películas retro fueron «Poison Angel» (2020) de Sin City y la edición Nº 15 de BabeWatch (Multimedia Pictures), donde este ángel del pasado encarnaba fielmente lo que era la perfección de la mujer de la década de los noventa.