La nombramos el verano pasado como un clon sexual de Scarlett Johansson y ha tenido que pasar casi un año para que los gerifaltes del porno americano pongan su atención sobre ella. Algo inexplicable sabiendo que tiene una de las miradas felatorias más provocadoras de la industria de adultos y que su media melena rubia es el sueño adolescente de medio mundo. Por fortuna, recientemente el estudio Vixen ha fichado a la pornostar para incluirla en su amplio catálogo de señoritas de refinada belleza —no ha perdido ni un ápice de su embriagadora esencia— que se abonan a la línea estética del porno para mujeres, ese recoveco donde el sexo y la elegancia permanecen unidos hasta el final feliz. Por cosas como estas recobramos la fe en la humanidad.