Se han cumplido casi 4 años desde su desaparición del circuito profesional de adultos, aunque Sheena Rose sigue vigente en el imaginario colectivo por ser una de las pocas que se dejaban tratar como un trapo en los míticos encuentros con el salvaje James Deen. Una starlet que se situaba en el mapa como una firme candidata para seguir los pasos de estrellas porno tatuadas como Christy Mack, Bonnie Rotten o Juelz Ventura, pero no llegó a estar a la altura de las circunstancias por falta de implicación.
La Suicide Girl resultó ser un producto que entraba por los ojos, estético, un angel entintado del jardín de Burning Angel que, pese hacer alguna incursión en el hardcore con su ano hambriento, no podía escapar de los circunloquios del altporn.
Hace pocas semanas nos dio por asomarnos al abismo del Wrestling lésbico del estudio Evolved Fights Lez y descubrimos con asombro como la pornostar tatuada había salido de sus aposentos amateurs de Clip4sale para entregarse en cuerpo y alma a las luchas sexuales sobre el cuadrilátero. A sus 28 años se ha reinventado como una luchadora que se sirve de su agresivo look encharcado de tinta para descargar su sexualidad donde la dejen.