Shaiden Rogue no fue un guerrero samurái japonés del período Edo. Tampoco un monstruo salido de una película de «Godzilla». Más bien es el nombre de guerra que se ha puesto una preciosa alemana que, conviviendo en el mundo pornográfico de las webcams de PornHub, se ha hecho famosa por su impresionante capacidad felatoria. Y es que Shaiden es una maestra del sexo oral más despiadado, chupando las pollas con la potencia de una aspiradora Dyson, y sorbiendo hasta la última gota mientras se pone bizca.
Con semejante talento la hemos puesto el radar por razones más que obvias: apenas existen mujeres tragasables que posean su aforo gutural. Es decir, muchas guarrillas pueden chupar vulgarmente un rabo, pero pocas lo hacen hasta la campanilla. Solo ella pueda hacer lucir como nadie esos gozosos ahegaos (carantoñas y gestos en la cara que denotan satisfacción sexual) que gesticula cuando alcanza el momento mágico. De ahí que no se detenga hasta que su rostro se convierte en un traje de babas y saliva.
Por lo visto, su derroche de virtuosismo es una cualidad innata con la que nació. Posee una templanza casi inigualable para deglutir hasta el final de su garganta una polla de muchos centímetros. Y además proyectando una mirada tan penetrante que traspasa la pantalla. Su otro punto fuerte. Es aquí donde Shaiden gana enteros, aniquilando espermatozoide a espermatozoide los testículos de sus víctimas masculinas. Se vuelve loca cuando el miembro entra en su boca.
No en vano, goza de una estupenda salud en el ranking de PornHub. Ostentando el puesto Nº 13 en la comunidad amateur, territorio desde donde presume, con mucho orgullo, de su excelente dominio del «gag reflex» (ya sabéis, el control de la arcada). De ahí que se escuchen voces que afirmen que estamos ante una heredera de la legendaria pornostar Linda Lovelace, protagonista de la película «Garganta Profunda» (Deep Throat, 1972).
Estamos seguros que esa boquita de piñón esconde más secretos en su interior. Que detrás de su mirada con profundos ojos verdes de fondo hay toda una bestia por pulir. Solo es cuestión de tiempo de que nos deslumbre con sus otras partes de su anatomía.