La simbiosis lucrativamente sexual entre la diosa australiana Scarlet Chase y la compañía norteamericana Evil Angel continúa inquebrantable, pero estamos ante una pornstar de “pata negra”, con un físico tremebundo —en el mejor sentido de la palabra— y un desempeño sexual descomunal cada vez que aparece en pantalla, sin olvidarnos de la creatividad que despliega en todas sus perfomances, en cuanto a vestuario, interpretación de roles y total desparpajo; de ahí que también haya sido reclamada por otra gran marca de la industria pornográfica, como es la productora Brazzers, perteneciente a la todopoderosa compañía canadiense MindGeek, cuyos tentáculos alcanzan cotas siderales dentro de la pornografía contemporánea.
Recordemos que esta australiana explosiva comenzó con un canal de PornHub junto a su pareja en pantalla y en la vida real, y a base de su buen hacer en clave amateur fue trascendiendo en la industria hasta convertirse en lo que es hoy: en un personaje clave de la mitomanía pornera.
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