Agarraos que viene curva. La explosiva bombshell australiana Savannah Bond ha pisado a fondo el acelerador y acaba de protagonizar su primer escaparate exclusivo (showcase) a las órdenes de Jonni Darkko: «Savannah Bond: Beach Bikini Slut». Un importante acontecimiento en su filmografía y punto de inflexión en su carrera por cruzar una línea mortal: la de su primer blowbang y su primera doble penetración interracial. Con este espectacular debut, la chica Bond (nunca mejor dicho) queda inmortalizada y se posiciona oficialmente como la 2ª mejor exportación de las antípodas. Sin olvidar que pone en peligro el actual reinado de la todopoderosa Angela White, compatriota suya que también colabora en la cinta para formar un tándem de fenómenos oceánicos de impecable sincronía sexual.
Cuatro escenas que prometen hacer resurgir con fuerza el epítome de rubia clásica recauchutada —si es que no lo estaba ya con su último anal a las órdenes de Adriano— y consiguen proyectar la fuerza visceral de este demonio de Tasmania en el universo sucio de Darkko. Por fin su brutal cadencia de rodaje está dando sus frutos, avisando a la humanidad de que es una criatura siliconada que deambula con un rumbo fijo en los baldíos de la pornografía: destronar a Angelota.
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