El enorme dragón tatuado que recorría la espalda de la pornostar húngara Sandra Iron —también llamada Sandra Slovensca, Sandra Belly, Sandra Banky y Sandra Ring— ya daba visos de que no se trataba de una starlet del Este convencional. En una época donde los tatuajes y los piercings no estaban de moda (Belladonna abrió las puertas a este look unos años después) Sandra representaba con una maestría sobresaliente el cliché de chica mala en el mundo Euro-porn. La despampanante húngara era el epítome de mujer proporcionada y esbelta de forma natural (exceptos su pechos trazados con compás), con su peculiar y potente mirada felatoria petrificante que provocaba corridas en su boca a los pocos segundos.
Sus increíbles escenas de sexo anal y grupal para el legendario estudio Private se encuentran entre las más populares de la historia y de lo mejorcito en los años dorados del porno europeo. Era la compañera perfecta de Michelle Wild, Anita Dark o Rita Faltoyano, una starlet que hacía gala de una elevada energía sexual a la hora de acometer las folladas de rigor.
Conocida por ser una de las primeras actrices aficionadas a cambiar de forma asidua de look y exprimir su estilo de cabello al máximo, hasta el punto de lucir todos los cánones estéticos en su cabeza: rastas, tintada de pelirroja fuego, morena de pelo corto e incluso una digna cabeza rapada. Y eso solo durante los 4 años que estuvo en activo. Casi nada.
Entre su brillante filmografía nos encontramos un buen montón de películas que estrenaron en las noches de Canal +, pero si tenemos que escoger uno de ellos sin duda nos quedamos con «Private Life of Sandra Iron Private», el film en los que vimos por primera vez a una mujer con piercing en los pezones y en su vulva con un hambre desinhibida por el sexo duro.