Está a punto de cumplir los 68 años, pero Sally D’Angelo no ha hecho todavía planes de jubilación. En JaqueMateAteos hemos hablando ampliamente de esta señora que se resiste a dejar el porno a pesar de rozar la senectud. Es, por derecho propio, la más digna representante del porno GILF (el acrónimo anglosajón de abuelas que me follaría). Y es que no todas las mujeres maduras están en el ocaso de su vida, algunas empiezan a florecer sexualmente cuando llega la menopausia. Solo tenéis que echarle un vistazo a los vídeos de esta veteranísima pornostar, que ya es una leyenda de la industria de adultos y buque insignia del nicho de las viejas.
Una de esas abuelas ninfómanas que se resisten a guardar su libido sexual —la suya debe estar por las estratosfera— y hacen de su vicio particular un modo de vida de lo más fructífero. Eso sí, debido a su edad ha tenido que pasar por el quirófano y se ha hecho unos arreglitos en pechos, cara y silueta, tantos que actualmente es una tetona artificial muy a tener en cuenta en cualquier ranking de la silicona.
De esta forma, Sally D’Angelo es una bola de demolición para el porno de cougars e incesto, donde los jovencitos se la rifan y no duran ni un asalto ante esta bestia desbocada de la ninfomanía de la 3ª edad. Después de todo, una mujer madura no significa que tenga que poner una llave a su coño seco y despedirse de conquistas amorosas y polvos con hombres de menor edad. Ya sabéis lo que dice el refranero popular: a la vejez viruelas.
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