Todos sabemos el impacto pornográfico que causó el culo de la venezolana Rose Monroe en la cultura anglosajona cuando en 2011 la productora BangBros le dio su primera escena: «Way She Moves That Ass». La latinísima demostró ser un torbellino de pasiones, una auténtica bomba picante cuya fuerza motora se concentra en sus conocidas sacudidas pélvicas y cabalgadas a la hora de desempeñar actividad sexual. Se podría decir que con la ayuda del estudio yanki forjó el estereotipo de la culona sudamericana que apenas es accesible a los mortales, una simbiosis profesional que en su día también le valió a la compañía para sacarle el jugo vital a Jada Stevens. Nueve años después su gloriosa anatomía todavía no ha entrado en contacto con el plástico —al menos sus redondos glúteos— y sus habilidades follatorias en la filial culera de Ass Parade siguen cautivando a medio mundo.
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