La vimos hace unos meses regresando al nicho que le dio la fama, el subgénero incestuoso de las madrastras, en donde volvió a demostrarnos su innegable talento para devorar yogurines y seducir hijastros malcriados. Sin embargo, Rayveness no ha podido escapar de su fatal destino y ha acabado siendo encasillada como una de las maduritas con más solera de la industria de adultos. Por muy indignada que esté con el porno, le pesan sus 50 años, y su cuerpo ya no está clasificado injustamente en la categoría de las alegres stepmothers (aunque algunos pensarán lo contrario). Eso sí, desde JaqueMateAteos pensamos seguir rindiéndole homenaje a esta cincuentona a base de destriparos toda pieza filmográfica en la que siga exhibiendo su tez pálida y ojazos azules.
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