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Una mirada a la edad de oro del porno con Racquel Darrian

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Como tantas otras jovencitas descarriadas con ínfulas de estrellas de cine, Raquel Darrian (de nombre real Kelly Jackson) anhelaba ser la próxima protagonista de alguna superproducción de Hollywood sin saber que el destino tenía planes maquiavélicos para convertir su cuerpo en un arma de eyaculaciones precoces. Nacida un 1968 en la ciudad de Kansas —misma ciudad que el personaje ficticio de Dorothy de «El Mago de OZ» y tal vez la razón de porque su esbelto cuerpo parecía de otro mundo—Darrian pronto comenzó a coquetear con las drogas y ofrecer su gloriosa anatomía natural al mejor postor (escort de lujo). El reverso tenebroso era tan fuerte en ella que hasta tuvo la brillante idea de casarse en 1994 con un stripper de Los Angeles apodado Derrick Lane.

Con semejante visión de futuro era de esperar que su imponente cuerpazo no tardara en ocupar las portadas de las revistas eróticas de Estados Unidos (Playboy) para poco más tarde saltar al lado profesional del cine de adultos (primer comiendo chochitos y luego probando penes al haberse divorciado de su marido) y convertirse durante los años 80 y 90 en una pornostar ultrapopular cuya fama perdura hasta nuestros días (y eso sin dejarse penetrar analmente).

Muchos la recordarán de aquella película vintage titulada «Cenicienta X» (su mayor éxito). Otros la tendrán en mente por la versión erótica de «Bonnie & Clyde», pero la verdadera razón de ocupar un importante lugar en la vitrina de las pornostars AVN Hall of Fame es porque reunía todos los ingredientes del ideal de diva de la edad de oro del porno, marcando el canon de diosa noventera a fuego y siendo de las primeras actrices en acicalarse el felpudo en ese porno de cintas domésticas VHS con sabor añejo.

Su filmografía no fue especialmente prolífica: solo 120 títulos grabados en 10 años (1989-1999). Aunque puede que la culpa no recayera en su persona si echamos un vistazo a la pobre industria de adultos que existía por aquel entonces (Vivid Video y el material obsceno de Larry Flint en Hustler y Cía, poco más). Aun así brilló con luz propia recibiendo el sobrenombre de «Brunette Goddess» (diosa morena) y sacando a relucir un instinto sexual felino que muchos recordarán con añoranza. Incluso a día de hoy sigue ganándose la vida, con una hija a cuestas, en los locales de strippers de Las Vegas como bailarina erótica.

Curse Of The Catwoman (1991)

El debut porno de Racquel Darrian