Siempre que Kylie Rocket tiene una escena intensa, da que hablar en el mundillo del porno, sobre todo cuando es una producción gonzo de primera calidad como la de Jules Jordan, un éxito de unos treinta minutos que tiene que ver mucho con la actitud. Los primeros planos de las mamadas acentúan los pómulos perfectamente definidos de Kylie, que le hace un gran “poema oral” al bueno de Jules sin perder la elegancia ni la belleza. Y es que Kylie convierte el porno en arte y se deja llevar, como cuando mueve las caderas circularmente sobre el rostro de su amante, o la gracia y el morbo que destila cuando monta el miembro de este. También es una escena ideal para los fetichistas de los coños, con breves interludios masturbatorios en los que Kylie se abre de piernas completamente para mostrar su tesoro. Os sugerimos que activéis el sonido durante el visionado para que los bombeos resulten más épicos.
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