El porno cambia nuestra percepción de la belleza de la mujer a pasos agigantados y lo que hoy es normal, pasado está anticuado y no es erótico. Lo mismo para la exageración de tetas y culos, nuestro gusto sexual se habitúa como una rana metida en una olla calentada a fuego lento. Por eso me atrevo a decir que el despliegue de medios de Nicoletta Shea es incomparable con cualquier otra pornostar. No hay ninguna starlet en el panorama pornográfico que le haga sombra en cuanto artificiosidad de atributos sexuales. Ni siquiera la bestia de Adriana Chechik consigue eclipsar su look extremadamente neumático. Su voluptuosidad inconmensurable construida a base de bisturí es un grotesco artificio que misteriosamente no desentona en el actual canon estético de 2017. Puede ser que su descarada forma de actuar forzando poses eróticas haga que el público la acepte y se haya convertido en la nueva superpornostar tetona de moda para Brazzers.
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