¿Lo recordáis? Corría el año 2001 y Natalia Rodríguez era la niñita mimada de la 1ª edición de la academia «Operación Triunfo» (TVE) por entrar con una maleta llena de ingenuidad, simpatía y sensualidad. Su imponente fachada de lolita atraía las miradas de mayores y pequeños, que no tardaron en darse cuenta de que la concursante más joven del talent show musical era una explosión de vitalidad. La cantante gaditana tenía 17 añitos por aquel entonces y ya le gustaba sentirse sexy, por lo cual le resultó bastante fácil meterse la audiencia masculina en el bolsillo.
La lolita del pop patrio supo enamorar a toda España a golpe de minifalda y taconazo, y aunque fue expulsada en la 5º gala, demostró que si hubo una triunfadora en la sombra de OT, esa fue ella. Aunque en otras ediciones también tendríamos que destacar a otras extriunfitas como Edurne o Soraya, ¿verdad?. Sea como sea, la de Sanlúcar sabía cantar, bailar y presentar siendo la benjamina. Un conjunto de habilidades que pronto le darían una salida profesional inesperada.
Y es que después de salir de «Operación Triunfo» y cosechar éxitos cantando en temas como «No soy un Ángel», «Vas a Volverme Loca» o «Besa Mi Pie», nuestra Britney Spears española estaba destinada a cambiar la historia de nuestra televisión por ser una pionera en eso de poner a tías tremendas presentando programas infantiles. Lo decimos por su colaboración en el «Club Megatrix», una manía de principios del 2000 salida de la mente de algún pervertido directivo de Antena 3. No eran tontos. Convirtieron a la cantante en una sexy presentadora de fin de semana que siempre vestía atrevidos bikinis y sugerentes bañadores. No recomendada para menores de 18 años.
Estaba claro que tenía mucha gasolina en el motor de su corazón. Era una trabajadora nata, la ‘lolita’ por excelencia de la música española. Pero el tiempo pasó, y rápidamente la artista dejó de ser la niña que fue para convertirse en una mujer de armas tomar, suficientemente curtida en el mundo de la música como para mostrarse como una guerrera que sabe lo que quiere. Lo decimos porque en abril de 2013 protagonizó dos portadas erótica para las revistas FHM y Maxim, pasando a formar parte de una amplia lista de famosas que se pasaron al lado oscuro.
Su 1,62 m fue retratado casi como Dios la trajo al mundo. Un sesión fotográfica rebosante de semidesnudos y confesiones eróticas que la proclamaron como sex symbol española y un mito erótico para los más jóvenes. Si es que no lo era ya. Casi podríamos decir que a partir de aquel momento las tetas de Natalia se convirtieron en las más deseadas por los adolescentes, y eso que no estaban operadas. Han pasado más de 20 años y su rostro sigue siendo uno de los más populares en la pequeña pantalla debido a la fama arrastrada de OT, el que fue el programa de mayor audiencia de la historia de la televisión española.
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