A mediados de la década pasada, el estudio checo Legal Porno —también conocido como el circo de Praga—, rodó una fabulosa pieza pornográfica de una hora de duración donde la bestial checa Mea Melone es devorada por una jauría de hombres hambrientos de sexo. Uno de los gangbangs más impresionantes de la productora extrema por lograr sacar a relucir el insaciable apetito sexual de la starlet del Este. Hasta ese momento la actriz europea jamás había exhibido unos niveles de confianza tan desconcertantes y una faceta sexual tan hiperdesarrollada. Nos cogió por sorpresa que los dos ojos más penetrantes y bellos de la industria de adultos pertenecieran en realidad una domadora de rabos.
Fue en aquel preciso instante cuando nació una legendaria pornostar de primerísimo nivel. Una performer que se enfrenta a todo tipo de adversarios de pollas inmensas, sin despeinarse, despachándolos sin que le tiemble el pulso. Un tsunami de ninfomanía incontrolable, de estilo voraz, y un deseo masoquista extremo por tapar todos y cada uno de sus agujeros.
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