Las dos premios que la rolliza Maddy O’Reilly ganó en el reciente certamen de los Spank Bank Wards 2020 —»Majestad Real de la Barra de Stripper» y «Primera Dama de Sentadillas»— son una especie de indirecta a su subida de peso incontrolable que la starlette ha estado sufriendo estos últimos años. Seamos francos, se ha ido descuidando, y en su caso particular, son unos kilos que afean bastante el producto final porque precisamente no posee una genética privilegiada que redistribuya la grasa a zonas deseadas. Un mal que le está sucediendo a actrices que comenzaron verdaderamente delgadas, con mejores cuerpos incluso, como Gia Page o Kelly Devine. Está a un paso de convertirse en una de las llamadas «Big Beautiful Girl» (BBW) y si continúa por el mismo camino se comerá a si mismas, aunque como performer siga siendo cumplidora y receptiva en todos sus agujeros, como demuestra cada vez que entrega el alma al afropulludo Dredd.