De la misma forma que Latinoamérica tenía a Lupe Fuentes como el epítome de starlette con inmoral aspecto de chiquilla, Estados Unidos presumió durante años de tener entre sus filas a una actriz como Lucy Doll, conocida popularmente como la niña buena de América por su inconfundible apariencia adolescente y una voz tan aguda que se nos antojaba una caricatura de dibujo animado. Su apellido artístico (doll significa muñeca en español) delataba fielmente que estábamos ante una adorable muñequita de 18 años con las hormonas revolucionadas preparada para que productores y directores sin escrúpulos hicieran el agosto. Lo que viene siendo la representante más icónica del nicho de las jovencitas sin mácula.
En JaqueMateAteos no negaremos que su virginal apariencia causó sensaciones encontradas entre los pornólogos de 2015, opiniones que eran olvidadas cuando veíamos su libido disparada y su asombrosa capacidad para ejecutar acrobacias sexuales, ya que su talento para la flexibilidad extrema estaba sincronizado con su aspecto aniñado. Una cosa de locos. Desgraciadamente, en 2018 puso punto final a su participación en la industria de adultos y se mudó a la plataforma amateur de Onlyfans. Hasta ahora. Y es que Lucy acaba reingresar en el negocio de las pelis de adultos, después de una ausencia de cinco años, gracias a un contrato de la agencia OC Modeling que ha terminado con su racha autoimpuesta sin sexo.
Eso sí, este regreso lo está llevando hasta las últimas consecuencias y se está quedando sola ante el peligro en producciones que van más allá del tabú con tintes incestuosos, donde las relaciones con hermanastras o colegialas eran el eje argumental. Recientemente, ha ofrecido su alma al diablo de Dogfart Network, donde sus dotes actorales la han situado en una escena cuckolding en la que tendrá que torear a dos actores afroamericanos en una profunda inmersión. Y lo que es mejor, todavía promociona sus senos pequeños y naturales, sin perforaciones ni tatuajes.
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