Si para la mayoría de las personas el acto sexual debe ser culminado y coronado por el orgasmo, algunos cultivan la práctica del “orgasmo arruinado”; es decir, disfrutan excitando en gran medida a su amante, pero impidiendo que llegue al clímax en los últimos momentos. Por supuesto, la persona sumisa también disfruta a su forma con esta curiosa forma de acto sexual. Se trata, pues, de una práctica de sumisión y como tal, proviene del mundo del BDSM.
No debemos confundir el orgasmo arruinado o desperdiciado con el edging, que implica mantener un elevado nivel de excitación durante largos periodos de tiempo, pero con la finalidad de disfrutar finalmente de un orgasmo de lo más placentero. Por el contrario, en un orgasmo desperdiciado, la excitación va in crescendo y luego pierde fuerza debido a la intención del que niega el orgasmo, que recurre a cualquier recurso para que la excitación vuelva a bajo mínimos.
El amante sumiso siente durante el orgasmo impedido una sensación de humillación. A esta frustración se le suma la vergüenza, como si no pudiera controlar su propio cuerpo. Y donde hay humillación y vergüenza, hay placer; al menos entre los sumisos. Además, hemos de recordar que se puede experimentar un orgasmo arruinado habiendo eyaculación, ya que la sensación de placer puede separarse perfectamente de la reacción física. Es de suponer que todo el mundo lo ha experimentado al menos una vez en su vida debido a alguna interrupción inoportuna en pleno clímax.
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