Liza Rowe se retiró definitivamente del sexo filmado en 2018 dejando tras de sí un reguero de testículos vacíos en tan solo 3 años de carrera en el oficio. Una starlet muy querida dentro del nicho de las eternas postadolescentes por desprender una apariencia frágil gracias al fetiche de los brackets y su rostro de colegiala. Ahí radicaba su fuerza como pornostar, en el morbo de ser una dieciochoañera guapísima que destilaba inocencia y estaba dispuesta a entregar sus agujeros ante titanes de la industria. Su enfrentamiento con Mandingo —y su miembro impresionante— puso el broche de oro a su historial consagrándola con una nominación a la «Mejor Actriz Revelación» en los premios XBIZ 2017. Toda una proeza para una actriz de físico contenido, aunque su tren inferior estaba lo suficientemente desarrollando para conquistar al espectador.