Cuando debutó en 2015 se convirtió en una starlet de cabecera en la factoría pornográfica de MindGeek —el conglomerado empresarial canadiense dueño de Brazzers, Mofos, Reality Kings…—, pero estos últimos años de su carrera apenas se distingue de la competencia por abusar en exceso de su look implantado de silicona y excesos quirúrgicos. Ha evolucionado mal, y un alud de tags anacrónicos como el de rubia de bote, tetas de plástico y MILF noventera persiguen a la pornostar allá por donde vaya. Es por eso que se ha refugiado (analmente) en el Onlyfans del afroamericano Dredd para resarcirse de sus pecados estéticos y reivindicar un foco de atención con la ayuda de su hiperpolla negra.
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