Dos cosas han cambiado en el regreso de la californiana Kali Roses a la productora de porno interracial Blacked. La primera, y más notoria, su peligroso aumento de peso que la ha transformado en una starlet totalmente distinta en el plano físico, haciéndole perder kilos de belleza. Y la segunda, que las rigurosas normas empresariales del estudio respecto a los tatuajes se han relajado en materia visual. La que otrora fue una bella rubia de silueta estilizada y atleta sexual de élite —hay que tener arrojo para vérselas en un gangbang de mandingos dotadísimos— ha perdido la forma y sus hermosos tatuajes estratégicamente colocados detrás de sus muslos ya no lucen con el mismo encanto que en sus inicios. Una flor marchitada por culpa de la grasa que se ha vendido al peso como en cualquier carnicería.
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