Aunque no seamos muy aficionados al nicho de las cuerdas sabemos que la productora Kink tiene ese componente comercial en el que buscan suavizar las formas. de esta manera convierten su material en una aceptable propuesta para los profanos de este tipo de sexo filmado. Un porno que, a pesar de todo lo dicho, a muchos no les gustará debido a lo extremo que resulta pues aunque los involucrados están conscientes y han pactado de antemano lo que se filma siempre origina ese malestar moral que impide disfrutar de una buena escena. No en vano la productora sabe que contratar estrellas como Julia Ann (que aunque ya le empiecen a pesar los años al estar a punto de entrar en la cincuentena sigue tan prieta y deseable como el primer día) acerca sus producciones el público generalista ya que nadie se resiste a la tentación de ver a la pornostar en una escena repleta de sufrimiento e inclemencias físicas. En este caso un prohibitivo sueño BDSM donde el sádico Mark Davis hará realidad todos y cada uno de sus deseos prohibidos.