Si algo no se le puede reprochar a la larga trayectoria de Jenniffer White es que la pornostar se ha dejado empalar sin remilgos por los afroamericanos más dotados de la industria de adultos. Una estrategia sexual que por desgracia no dio los frutos necesarios para salir de su desdicha: una carrera truncada por ser una drogadicta empedernida y enganchada a todo tipo de estupefacientes. Una de las razones por las que siempre se mantuvo en el medio de la lista sin sobresalir en la jerarquía pornográfica junto a figuras populares como Lisa Ann o Kagney Linn Carter.
Aun así Jennifer siempre ocupó un lugar especial en estudios como Devil’s Film (estudio americano centrado en starlets de segunda fila) por darle la oportunidad en espectaculares showcases como «Jennifer White Unleashed» (una compilación de Greatest Hits de la starlet como el que protagonizó en «Blacked Out #07»), película de gran potencia interracial grabada en su época dorada cuando se sacrificaba en gangbangs demenciales como una virgen ante el altar de los dioses.
Nosotros queremos hacer un merecido recordatorio a esta gran infravalorada de la industria que, quitando de sus horas más bajas y olvidando su aspecto más demacrado, siempre gozó de un blanquecino cuerpo diseñado para el pecado carnal. Su especialidad como hemos dicho eran los gangbangs más brutales donde solo unas pocas tocadas por la providencia divina podía salir victoriosas. O haber cómo se explica que se entregara en cuerpo y alma en más de 10 ocasiones a los dominios de Dogfart Network y saliera vivita y coleando de aquellos encuentros. Un misterio inexplicable.