La arizoniana Jane Rogers no solo es una de las pornostars afortunadas que tienen el codiciado fenotipo pelirrojo —la mutación genética extrañísima que solo la madre naturaleza puede conceder—, también ha demostrado poseer letalidad sexual bajo esa falsa apariencia de tierna novata. Dos cualidades que abren las puertas de cualquier productora interracial de par en par por el choque visual que nos produce la piel de porcelana puesta sobre musculosos actores de ébano. De ahí que la starlet se haya postulado esta temporada primavera-verano como la rojiza de moda en estudios interraciales como Blacked. Ahora, tendrá que competir contra otras candidatas flamígeras como la maléfica Nala Brooks y la ninfomaníaca Lacy Lennon, teniendo esta última un puesto honorífico en el Valhalla por su feroz sexualidad. Difícil lo tiene contra estas impecables epidermis blanquecinas.
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