El aspecto inocente de Hazel Moore es una de sus mejores bazas a la hora de jugar en el territorio que se ha convertido en su fijación personal: el interracial. La joven neoyorkina es tan aficionada al género pornográfico de las pollas negras —en Blacked Raw nos demostró como convertir su trasero en una pensión multicultural— que solo se puede calificar de obsesión. No obstante, y como hemos dicho, el hecho de ser una escultura de perfectos senos pálidos y receptivo habitáculo rectal la ha distanciado del resto de compañeras de generación hasta el punto de ser una de las caras más hermosas y jóvenes en la industria; el sueño barroco de Bernini. Esta vez voló a Miami a hacer una visita a Bangbros y si bien no es su primera Monster Cock oficial, con Isiah Maxwell tiene trabajo para saciar sus vicios.
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