El siguiente paso evolutivo en la carrera de Harmony Wonder, después de mostrarnos que su ano es un volcán en erupción por la cantidad de material que entra y sale, es abrir sus entrañas vaginales a una de esas pollas mastodónticas que tanto se estilan por el estudio Jules Jordan. Nos referimos a la temible entrepierna del contendiente Dredd, que casi se podría catalogar como dentro de un tercer género de la especie humana y cuyos sondeos vaginales son tan profundos que, si el gigante afroamericano se lo propusiera, partiría en dos el cuerpo de una mujer. Más todavía conociendo la breve constitución física de nuestra pizpireta protagonista (poco más de 40 Kg) y su valentía a la hora de demostrar desenfreno sin gestos de incomodidad. El contraste entre los dos es simplemente espectacular; casi como un gran danés ensartando a un caniche.