Con un centenar de escenas acreditadas en solo un año de carrera pornográfica, la inglesa Gal Ritchie está conquistando el circuito estadounidense con paso firme, a falta de debutar en el sexo anal, que, si se hace realidad próximamente, creemos que será su impulso definitivo en yankilandia. El arrojo de Gal se ha podido comprobar una vez más en las mazmorras de Kink, donde nos ha brindado una escena que dejaría a los encuentros de sumisión de Cincuenta sombras de Grey en un peli de sobremesa para sexagenarias que se han iniciado en el catecumenado. Como adelanto, el momento en que a Gal Ritchie la amarran y la cuelgan bocabajo para azotarla, penetrarla, estimularla y vejarla bajo su complacencia es despiadadamente sublime, aunque lo cierto es que el documento en su conjunto no tiene desperdicio.
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