Una buena limpieza de sable por parte de una amante apasionada y voluntariosa a la hora de hacerte sentir el máximo placer con su boca es una experiencia casi inenarrable; uno de los cúlmenes de los placeres orales. Pero si a esta ecuación oral se suma una participante más, igualmente diestra y afanosa en la comida de polla de marras, el goce y el deleite alcanzan cotas muy elevadas. Ese jugueteo húmedo y caliente entre dos chicas con una falo erecto entre sus manos es pura poesía. Hemos elegido esta comida de polla a dos bandas para ejemplificar en primer plano esta delicatessem que todo hombre debería experimentar para sentir el poder del mismo mesías recibiendo amor a raudales.
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