Aunque actualmente ha colgado los ligueros (con 55 años ya no está para muchos trotes), Diamond Jackson continúa siendo una de las pornostars afroamericanas más queridas de la comunidad pornófila. Un ejemplar de actriz porno negra sui generis, ya que poseía una piel de ébano bastante más oscura que el resto de starlets de su misma etnia. Y sobre todo era conocida por el atípico color miel de sus impactantes ojos, una tonalidad que le confería una presencia intimidante cuando lo combinaba con su físico musculado de profesora de fitness. Con semejantes armas de mujer la afroamericana tenía una eficacia contrastada a lomos de sementales.
Dicen las malas lengua que realmente era una ninfómana incorregible. Que le gustaba amedrentar a los hombres con su cuerpazo fibroso y a medio camino entre los retoques estéticos y sesiones de gimnasio (destacan sus tetas de goma). Además de que siempre se le ha notado una aplastante seguridad en sí misma porque sabe que una pantera negra devora hombres otorga puntos en la selva pornográfica. De ahí que explotara esta baza agresiva y se comportara en la cama como una auténtica locomotora humana. Sumado a otros hechos morbosos como estar inscrita en el club de la glotonería anal.
Puede que haber nacido en la soleada ciudad de Miami y haber rendido culto al cuerpo desde su juventud —era una cheerleader que se follaba a los jugadores del equipo de baloncesto— sean algunos de los factores de peso por la que se forjó como magnífico exponente de MILF negra. Pero no hay que olvidar que fue una pionera en la inclusión racial dentro del circuito porno americano, normalizando la moda por el interracial invertido (aquí las mujeres negras se cepillan a hombres blancos) en sitios como BangBros, Naughty America y la todopoderosa Brazzers.
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