La industria de adultos, al igual que cualquier otro negocio turbio donde no hay un gusto estándar, está llena de incongruencias y misterios por resolver. Ni siquiera las productoras más excelsas del innombrable Lansky como Blacked se salvan de estos extraños sucesos. Unas incógnitas materializadas como starlets debutantes cuyas propuestas anatómicas no suscitan la más mínima pulsión sexual a los pornófilos. Hablamos de Danni Rivers, una norteamericana que no es precisamente la más bella de su oficio ni las más generosa en curvas y proporciones. Parece la sucia artimaña del garrafón aplicado a la pornografía de autor cuya única excusa es intentar colarnos gato por liebre. Incluso se duda de que sea su primera polla negra en el citado enclave interracial con el también actor debutante afro Louie Smalls.
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