Por norma general la República Checa es un pedregal de bellezas clásicas colmado de caras y cuerpos perfectos. Una cantera para muchas agencias de modelos que buscan starlets centroeuropeas con un rostro angelical y ausencia total de tatuajes. Sin embargo, de vez en cuando aparece una nota discordante como Daisy Lee para poner el puntito postmoderno —juega con el incentivo de echar cierto tufo a choni de extrarradio— entre tanto material erótico homogéneo y dominante. Una belleza eslava atípica, extremadamente hábil en la cama, y que solo ha trabajado en Europa desde 2016 porque suele transitar en registros menos convencionales y alternativos (en German Goo Girls se convirtió en una boca que succionó a 1000 hombres). Razón por la que se marcó una visita a Her Limit para reverdecer laureles con Mike Chapman.
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