Cuando la mayoría de la gente se imagina como es físicamente una estrella porno, lo primero que les viene a la mente es una actriz californiana rubia y bronceada como Courtney Taylor. La starlette viene a representar a la Barbie multioperada con sobredosis de cirugías y botox en los labios, una mujer de cuerpo artificial en todos los sentidos de la palabra y otra versión más de Nicolette Shea fijada a un nicho muy concreto en el que si una pornostar entra ya nunca puede escapar. Por este motivo Courtney se ha movido sigilosamente por la esfera del porno durante más de 12 años, porque su atractivo natural perdido, operación tras operación, ha ido en picado y ha seguido una tendencia descendente, pese haber grabado las escenas anales e interraciales más intensas a las órdenes de compañías como Evil Angel, Kink, Jules Jorda, PervMom, Brazzers o Zero Tolerance.
Aun así, ser una bombshell de manual siempre le garantizará fieles seguidores que encuentren maravillosa sus vulgares exhibiciones de sexualidad. Y es que, pese a no estar en los cánones de belleza actuales, su característica delgadez combinada con unas impresionantes tetas y un culo falso, nos produce seducción por aplastamiento.