Maridos cornudos: ver a tu mujer follar con otro
La fantasía definitiva del calzonazos español: ser un cornudo consentido. Un hombre engañado que permite a su mujer mantener relaciones sexuales con desconocidos, y para más inri, estando presente él mismo en el acto sexual como acompañante, a regañadientes o no. Los cornudos en el porno se circunscriben a una fantasía humillante en la que un marido es el mero espectador de la infidelidad consentida. Casi considerada un fetichismo en sí mismo, propio de mentes débiles que piensan que su propia esposa es follada de forma más complaciente por otros machos.
Una etiqueta pornográfica que se esconde tras muchas capas de psicología (rol de sumiso y ama) y que produce mucho morbo desde la comunidad de pornoliers, el conocido porno cuckold, especialmente si está orientada al porno interracial (ver a una esposa follar con un negro no tiene precio)
El adulterio consentido en el porno
No hay que confundir a los hombres cornudos con los matrimonios liberales que acuden por sus propios medios a clubs de swingers o de intercambio de pareja donde cualquiera de los dos cónyuges puede mantener relaciones sexuales libremente. El caso de los maridos cornúpetas es distinto, aquí no existe una libertad previa, pues son obligados a observar como la mujer disfruta follando con otros compañeros. Nunca es él mismo quien interviene en la cópula infiel. No es un ambiente liberal, sino de completa obediencia y sumisión hacia la figura femenina.
Cuckold: poner los cuernos al marido
Generalmente, solo la idea de poner los cuernos nos aterra, pero siempre existen parejitas que disfrutan con este juego de rol sexual en el que ambos hacen sus papeles de cornudo y esposa. Algo inexplicable para muchos, pero que puede tener su razón de ser en el hecho de que las mujeres comienzan a ver porno por internet y desean ser penetradas por esos magníficos ejemplares de sementales tan bien dotados. Están bien con sus cónyuges, pero una buena polla de vez en cuando no hace daño a nadie, sobre todo si es un fornido negro. Ese es el comienzo de tener más cuernos que un toro.
Fóllate a mi mujer, por favor
Los maridos, en su mayoría, siempre se encargan de proteger a sus mujeres de crápulas y ligones que quieran follar con ellas. Es decir, no quieren ser cornudos, y si algo así sucediera sería motivo de divorcio instantáneo. No obstante, muchas mujeres suelen poner los cuernos a sus esposos sin que estos se den cuenta. Pero este tipo de pornografía va más allá que follar furtivamente. Aquí hay permiso por la parte masculina.
Suelen ser personas obedientes y buenazas que le permiten a sus parejas tener el control total en el matrimonio. Cuando esto sucede la mujer se cree moralmente superior y por lo tanto creerse sobre el mismo derecho del hombre. Al final los hombres casados tienen que tragar con estos caprichos y suplicar a amigos y compañeros de trabajo que por favor se follen a sus mujeres.