La rusa Casca Akashova ha colonizado, con relativa facilidad, el particular nicho de las tetonas recauchutadas de Estados Unidos. Con la sola ayuda de su apariencia de mega pornostar noventera y de sus dos tetas gigantescas como elementos simbólicos de su impactante poder visual. Un territorio en el que no tiene rivales que batir —ya lo demostró con Manuel Ferrara— y es el centro de atención de espectaculares monográficos a la redondez mamaria como el que hace pocas semanas liberó Hard X: «Prime MILF #8». Fue la directora Mason (la que corta el bacalao en el conglomerado de XEmpire) la que le brindó los beneficios del capitalismo en una película que captura a la rubia bombshell rusoamericana en todas sus formas y magnitudes sexuales.
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