El porno francés no solo vive de lo que ofrece el legendario estudio semiprofesional Jacquie et Michelle. Existen otros baluartes donde actrices amateurs tienen la oportunidad de representar el sexo del país de la Torre Eiffel. Caro «La Petite Bombe» es una de esas mujeres francesas que se mueve por las aguas de lo amateur y ha hecho su modus operandi eso grabarse follando en vídeos caseros para publicitarse en el extranjero. Y es que su sexualidad está fielmente representada en su energético apellido: «La Petite Bombe». Su significado, pequeña bomba, es una analogía correcta para su estética explosiva, pues es una bomba sexual a punto de estallar en un cuerpo menudo de mujer.
En un negocio inundado de adicciones, relaciones tóxicas y traumas familiares, era cuestión de tiempo que una escort de lujo de turbio pasado utilizara su pericia y experiencia para volver locos a los hombres. Porque su carta de presentación no solo es un voluptuoso cuerpo operado con elementos clásicos de estilo barriobajero —tatuajes de dudoso gusto, tintes no apropiados y estilismos pseudogóticos que en una mujer que se acerca a los 50 años no quedan bien—, también emplea toques alternativos a sus escenas añadiendo el elemento dominatrix sobre sus parteneires masculinos.
Nunca llegará a la cima del porno nacional, pero por el camino la potente pornostar francesa podrá ofertar desde su sitio web personal sus servicios de escort de lujo, como si se tratase de un souvenir parisino más. Ideal para acompañar a los caballeros a los clubes liberales, restaurantes o viajes de negocios.