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Caitlin Bell, el concepto embrionario de estrella porno latinoamericana

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Bajo el amparo del mejor rasgo físico que puede existir en el porno (unas enormes tetas falsas) la incipiente pornostar Caitlin Bell está haciendo el circuito norteamericano a base de trabajar mucho y bien. Y es que la starlet de incuestionable atractivo mamario —por mucha silicona barata que tenga no logra reprimir nuestro deseo sexual— es la viva imagen de estrella porno latinoamericana en ciernes. Algo así como la esperada sustituta de la latinísima Luna Star, que siguiendo una buena estrategia de marketing se tinto el cabello de rubio para ser más digerible entre el público yanki. Arma eficaz de seducción y la receta definitiva para abrir las puertas de las sirenas hispanoparlantes en territorio de EE.UU.

De hecho, su anterior nombre era Ana Lucía Cortez, pero su agencia de representación 101modeling improvisó un nombre artístico menos genérico. También juega un papel importante su aparente juventud, pues a pesar de que la nativa de Atlanta parezca una juvenil y neumática sudamericana estamos ante una MILF de pleno derecho por tener 36 años cumplidos.

Lleva varios meses experimentando por estudios diversos como Naughty America, MYLFS, Bangbros, Brazzers, Jules Jordan, Nympho y desde este ilustre templo podemos apostar que estamos ante una de las mejores nuevas incursiones en el porno «Made in USA». Su nivel de desinhibición en escenas de diversa índole le va a abrir muchas puertas en la industria, aunque deja a la vista unas portentosas condiciones aún por pulir.