Mucho antes de hacer un máster en lenguaje anal en Tushy e incluso de dejarse ver por producciones interraciales, cuando era un diamante en bruto y figuraba en el catálogo de la agencia Motley Models sin tener el checklist de porno heterosexual tachado, Ashley Lane era una consuetudinaria en producciones BDSM de alto rendimiento. Por lo visto, la bella starlet tenía predilección por la esclavitud, el bondage de nicho y ser follada por endiabladas máquinas sexuales, de ahí que fuera una habitual en los sitios más extremistas: Kink, Hardtied, Hogtied, Sadistic Rope o Water and Power (algún día os presentaré el mundo de los enemas) y donde disfrutaba de intensos orgasmos que hacían que su cuerpo inmóvil y atado temblara de placer.
Una época en la que volaba muy lejos del rada de la mayoría de estudios mainstream y en la suplicábamos a Dios que explayara su capacidad de amar y relacionarse de manera heterosexual para verla retozar metiéndose pollas de carne y hueso. Hay un mundo de fetiches en el porno que nunca entenderemos, sin embargo, algunas personas como Ashley disfrutan que las maltraten y torturen.