Aunque su padre, Kiko Matamoros, sea un auténtico espantajo multioperado que sigue dejándose ver por los estercoleros catódicos, y su madre, Makoke, sea una musa de la chabacanería abonada al postureo, la mediocridad y al repugnante cotilleo televisivo como su ex, no podemos decir que el último de sus retoños, Anita Matamoros, no tenga bastante atractivo físico. Lo del talento profesional o intelectual queda lejos de esta fauna ibérica con mucha pose y gañote, pero poca actividad neuronal.
El caso es que se supone que la hija menor de los citados engendros televisivos es una figura pública que ya acumula más de medio millón de seguidores en su cuenta de Instagram, donde suele lucir palmito en resorts de bellos destinos vacacionales para admiración de una legión de seguidores, la mayoría, por supuesto, aspirantes a premios Nobel. Poco más que añadir sobre este peñazo de tipa, simplemente que no se puede obviar que tiene un buen “meneo”.
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