La pornostar madrileña Anastasia Brokelyn está más que decidida a recoger el testigo que nos dejó Apolonia Lapiedra tras retirarse del porno. Su nueva aventura empresarial es ni más ni menos que una escena en la todopoderosa Brazzers, un debut que muy pocas starlets españolas emergentes han logrado en la historia de este negocio. Un hito que ha conseguido gracias al arrojo con el que afronta sus escenas —es lo que tiene haber ejercido como gogó de discoteca y aprender como funcionan los vicios en el mundo de la noche— y con el que ha dejado el pabellón bien alto por salir exitosa tras un enfrentamiento con la polla blanca más grande del porno; la del británico Danny Dong. Un claro ejemplo de que el producto nacional no tiene nada que envidiar al extranjero.