Biografía de Sasha Grey
La icónica Sasha Grey lleva demasiados años alejada del porno y, tal y como nos recuerda esta industria de pollas y coños, aún se la echa de menos. No solo fue una de las pornostar más conocidas de la historia, también fue una figura contracultural que trascendió a lo social rompiendo las barreras del sexo filmado.
Si hubo una pornostar que brilló con luz propia en la década del 2000, esa es sin duda Sasha Grey. Posiblemente la pornoputa más importante de los últimos tiempos, una figura icónica de la industria de adultos con una inteligencia superlativa a la hora de dejarse follar delante de las cámaras.
Nos atrevemos a decir que existen tres grandes nombres en la industria que marcan un antes y un después: Jenna Jameson, Sasha Grey y Lisa Ann. Un largo etcétera puede estar al nivel de performance, pero solo esta trinidad ha trascendido las barreras del porno para convertirse en íconos de la cultura, que es básicamente a lo que toda pornstar debería aspirar. Su verborrea sucia y esa sonrisa perversa es el motivo por el que muchos nos aficionamos al porno durante la pubertad.
Sasha es única, inigualable e indiscutiblemente un icono de referencia al porno más irredento que se ha hecho en los últimos años. Nacida en Los Angeles ya de pequeña gozaba de cerebro inquieto que no paraba de estudiar y de leer novelas faustianas como la gótica «El Retrato de Dorian Gray», libro por el cual se puso su apellido artístico.
Siempre supo cuáles eran sus límites y capacidades, desde el mismo día en que cumplió dieciocho años y se ofreció al mundo de porno para nuestra buena fortuna, desde aquella tarde en que le dijo al novio que se la metiera por el culo, por primera vez en la vida, sin dilatar y sin lubricante.
Su hiperactividad sexual hizo que tocara todas las ramas de la pornografía: lesbianismo, sexo anal, orgías, dobles penetraciones, interraciales, sexo extremo, bukkakes y la especialidad de la casa; BDSM con especial inclinación hacia el bondage. De ahí que disfrutáramos como niños comiendo palomitas cuando la veíamos rodeada de pollas, atragantándose, adentrándose en cierto sufrimiento, jugueteando con nociones de masoquismo.
En el porno, Sasha Grey instauró unos nuevos protocolos de actuación, una frialdad en la que el rendimiento de cada coito estaba calculado en una hoja de Excel, una vida privada cultureta más allá de los platós de rodaje, y no se le puede negar que con ella comenzó una peculiar etapa de modernidad. Por no mencionar su talento para la garganta profunda, del cual es pecado no hablar en cualquier reunión familiar.
Dicen las malas lenguas que no está bien de la cabeza, que era una chalada (o un cerebrito adelantado a su época), un insulto (¿o cumplido?) que no nos extraña en absoluto si recordamos que se presentó en su primer casting porno, nada menos que ante al mismísimo dios italiano Rocco Siffredi, suplicando que la golpearan fuertemente. Una solicitud del todo impropia de una novata, pero una decisión del todo acertada para llamar la atención y convertirse en la gran estrella pornográfica que fue.
A partir de ahí, y en muy pocos meses, consiguió numerosos premios de la industria del porno. Su trayectoria fue meteórica, tanto que la comunidad pornófila la proclamó como una nueva reina del cine X, una starlette aclamada por las críticas como la digna sucesora de Silvia Saint, la mítica pornostar europea de cabello rubio platino. Ese fue el detonante para grabar cientos de escenas (387 según IAFD) y ser premiada con múltiples galardones AVN y XBIZ, entre otros.
Con apenas 20 años ya realizabas las escenas de sexo duro más salvajes imaginables, guarradas mayúsculas que casi ninguna pornostar podría soportar en sus carnes. Sasha era una cerda como ninguna otra, y tal vez por esa voracidad sexual desatada que desgasta tanto las entrañas se vio forzada a retirarse del porno a los 21 añitos. Por lo visto toda esta fama repentina que eclosionó en muy breve tiempo le acabó estallando en la cara
Había logrado pasar por todas las productoras de América y ahora que su fama y popularidad se salía de la gráfica quería dedicarse a otras cosas.Cosas como realizar anuncios sobre los derechos de los animales, las libertades de los homosexuales y anuncios para televisión. Trabajar para artistas del cine como Steven Soderbergh o el virtuoso callejero David Choe. Ser portada de aclamadas revistas como la de los Rolling Stone, amén de publicaciones eróticas como Playboy o PentHouse. Cooperar en videoclips musicales, ser la imagen de publicidad de importantes marcas empresariales y todavía esta por escribir un esperado libro que cuenta todas sus hazañas sexuales en el porno.
Hace ya más de 10 años que Sasha Grey abandonó el porno y todavía nadie ha conseguido llenar ese hueco -no va con doble sentido, so guarros- que dejó en la industria. Una salida del negocio cuando estaba en la cumbre de su profesión, siendo una de las mujeres que más litros de semen hacían correr a diario en todo el mundo, y todavía jovencísima -lo dejó con 23 años, que es la edad a la que muchas empiezan-, decidió que en el porno ya no había nada más que demostrar y se lanzó a la vida ahí fuera, a la literatura y al cine, a la música y al activismo social, intentando completar con éxito una de las transiciones más difíciles que hay para una porn star: seguir siendo una estrella una vez se ha dejado de follar delante de una cámara por dinero.
Por desgracia Grey siempre ha dicho que no habrá nada que le haga volver al porno, a pesar de que su regreso al negocio -todavía no está para el público al que le gustan las MILFs, pero casi- sería una de las mejores noticias de la década para una industria necesitada de cracks de primera división, de actrices con carisma y personalidad.