Biografía de Dani Daniels
Con un rostro arrebatador, Dani Daniels entró en el 2011 dentro del porno lésbico para poco después abandonar las comidas de coño y debutar, gracias a la polla encapuchada del actor francés Manuel Ferrara, en el lado heterosexual. Posiblemente la mejor incorporación al porno héterosexual de la década.
Nacida en la soleada California, Dani Daniels tuvo una adolescencia tardía en lo que respecta a su despertar sexual. Asegura que su timidez, y un montón de complejos, fueron un lastre a la hora de relacionarse con los chicos, y no fue hasta los 17 años que no perdió la virginidad. Por suerte, los años universitarios la descarriaron un poco y ,queriendo ganar un poco de dinero a los 19 años, cambió la carrera de Bellas Artes por la barra del escenario de un bar decadente de strippers.
Fue en ese local de borrachos desesperados por meter un billete de dólar en el tanga de las bailarinas donde fue contratada por un cazatalentos de la compañía Reality Kings. A partir de aquí sus insuperables encantos hicieron todo el trabajo, eso sí, solo en la línea de la exclusividad bollera.
Después de una larga temporada rodando solo porno con lesbianas, Dani Daniels escogió diversificar su trayectoria y dejar atrás su exclusividad sáfica para abrirse a nuevas oportunidades, es decir, decidió hacer un trasvase al porno heterosexual para catapultarse a los primeros puestos de popularidad. Fue el francés sin circuncidar, Manuel Ferrara, quien invitó a la vertiente masculina a starlet californiana con la película «Dani Daniels’ Dare», la alternativa sexual que la abocó de lleno al cine X de las pollas de carne y hueso.
Pronto se convirtió en un rostro habitual en el porno yanki, pese a sus reservas a prestar su ano, y se lanzó a la aventura de las penetraciones con una pasión y un entusiasmo impropio para una pornostar que hasta hace bien poco solo hacía dieta de almejas. Es más, en sus actuaciones con penes se la veía suelta, desinhibida y demostrando una sexualidad volcánica propia de las que no se dejan intimidar por el tamaño masculino.
Fueron estas cualidades sexuales las que lograron que Daniels pasara por su mejor momento profesional. Toda una proeza, la de llegar a la cúspide del negocio sin someterse a la regla no escrita de que hay que practicar el sexo anal si se quiere triunfar de verdad. Pero nada que deba sorprendernos en una mujer que ha convertido la naturalidad en su mejor virtud. Una starlet polifacética que presume de ganarse la vida explotando sus orificios corporales (y no todos, solo los imprescindibles) y sus divinos atributos con una brillantez inaudita.
Con semejante carta de presentación la crítica y la comunidad de pornoliers no tardaría en materializar en forma de galardones el talento y potencial de la actriz. De ahí que el encuentro lésbico que Dani Daniels tuvo con la veterana Sinn Sage marcó un antes y un después en su carrera pornográfica. Y es que, practicar el tribadismo con una legendaria pornostar arraigada en el lesbianismo desde hace una década, supuso una experiencia religiosa para la guapísima californiana. De hecho, este polvazo donde ambas starlettes se mataron a cunnilingus se alzó como la mejor escena lésbica en los premios AVN de 2013.
Tres años después era proclamada como flamante ganadora al premio mejor artista femenina del año en los XBIZ Awards y era nominada a 7 categorías en la ceremonia de los AVN. Por desgracia la gran Riley Reid le quitó la estatuilla (merecidamente) de Female Performer of the Year. La diva recibió una estocada mortal y conociendo como se desarrollaría su carrera ahora sabemos que no supo encajar esta derrota. A fin de cuentas toda bella flor termina por marchitarse y su ocaso profesional pronto llegaría tras una importante bajada de actividad pornográfica hasta su total retiro en 2017.