Mucho antes de que Abella Danger estabilizara su fructífera carrera con trabajitos monótonos para productoras líderes —el contrato que le brindó Brazzers es un refugio seguro que la adentró en un valle de la normalidad— la popular estrella judía disfrutaba explorando el lado perverso de su vida sexual. Una época en la que era una consuetudinaria del estudio Kink (45 vídeos grabados con ellos y subiendo), estrictamente sumisa y grabando a destajo lo que está considerado como la parte más significativa o extrema de su trayectoria en el oficio.
Sin ir más lejos, hemos rescatado algunas escenas de la filial «Sex and Submission» en las que se zambulle en sus conocidas mazmorras dando un espectáculo glorioso de BDSM y mansedumbre femenina. Uno de esos polvos antológicos que deben ir directamente al listado de favoritos solo por recordar el regustillo de verla en todo tipo de torturas sadomasoquistas y durísimos correctivos sexuales.
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