Tiene apariencia de tierna doncella, de estudiante aplicada, de joven feligresa, de camarera de un establecimiento de comida rápida… De casi todo, menos de actriz porno vinculada a la vertiente más dura del negocio. De ahí que Liz Jordan sea el morbo personificado, puesto que contemplar a una chica aparentemente recatada sometiéndose con alegría a todo tipo de correrías sexuales es, como mínimo, hipnótico y altamente excitante. Es por ello que esta moza insultantemente joven (22 años) se ha convertido en la de las perlas más preciadas del porno mainstream. Un promedio de una escena X cada tres días durante el presente año la afianzan aún más en este competitivo gremio.
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