Hay un claro componente vocacional en esas chicas con físicos que quitan el hipo y se enrolan en el porno, pudiendo elegir otros derroteros menos exigentes gracias a su belleza y magnetismo. Por ejemplo, a la checa Ria Sunn nos la podemos imaginar en cualquier variante del modelaje (pasarela, publicidad, erotismo…), de azafata para grandes empresas o marcas, de actriz de cine convencional si tiene ciertas dotes para la interpretación o, incluso, de musa de un sugar daddy que la mime con todos los caprichos que desee. Pero no, esta rubia de impresión prefiere cobijar miembros por doquier en cualquier cavidad proclive a ello, puesto que su apetito sexual es descomunal desde que empezó en el oficio con tan solo 19 años.
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