Justo en el año 2000, nació en «la Gran Manzana» un retoño de ascendencia alemana que, poco después de alcanzar la mayoría de edad, se enrolaría en el porno para alegría de centenares de miles de onanistas. Nos referimos a la gran Hazel Moore, una chica de aire cándido, alejada del arquetipo de pornstar norteamericana, pero que rezuma sensualidad por cada poro de su piel blanca como la cal. Su irresistible mezcla de dulzura y perversión atrapa a la audiencia en cada escena equis que esta deidad terrenal protagoniza. Últimamente, sus inclinaciones sodomitas se materializan con amantes de piel oscura, en contraposición con su palidez acusada, como podemos ver en este documento que coprotagoniza Isiah Maxwell, un experimentado y fornido actor afromericano que se adentra con pasión en el recto de algodón de azúcar de tan exquisita musa, dibujando un circulo dilatado y perfecto en su vía trasera. Y es que Hazel continúa alimentando su mito —y su trasero—, dejando un copioso reguero de semen a su paso.
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