Cualquiera que haya seguido la imparable estela de Eliza Ibarra se habrá percatado de que este 2022 apenas ha hecho ruido en el ruedo pornográfico. Parece que se la ha tragado la tierra y sus larguísimas piernas, seductores hoyuelos y reciente cambio de look púbico no son suficientes argumentos para hacerla reflotar. Ni siquiera ser la niña mimada del famoso agente Mark Spiegler logra resucitar su talento desperdiciado. Puede que su discreta delantera —pertenece al club terraplanista por estar más plana que una tabla de planchar— le esté pasando factura y por eso tenga que ganarse la vida por subgéneros menos demandados. Hasta su visita a Nubile Films pasó sin pena ni gloria.
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